«El Espíritu empujó a Jesús al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás»
17/02/2018 09:40 am

Hoy, la Iglesia celebra la liturgia del Primer Domingo de Cuaresma. El Evangelio presenta a Jesús preparándose para la vida pública. Va al desierto donde pasa cuarenta días haciendo oración y penitencia. Allá es tentado por Satanás.

Nosotros nos hemos de preparar para la Pascua. Satanás es nuestro gran enemigo. Hay personas que no creen en él, dicen que es un producto de nuestra fantasía, o que es el mal en abstracto, diluido en las personas y en el mundo. ¡No!

La Sagrada Escritura habla de él muchas veces como de un ser espiritual y concreto. Es un ángel caído. Jesús lo define diciendo: «Es mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44). San Pedro lo compara con un león rugiente: «Vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe» (1Pe 5,8). Y Pablo VI enseña: «El Demonio es el enemigo número uno, es el tentador por excelencia. Sabemos que este ser obscuro y perturbador existe realmente y que continúa actuando».

¿Cómo? Mintiendo, engañando. Donde hay mentira o engaño, allí hay acción diabólica. «La más grande victoria del Demonio es hacer creer que no existe». Y, ¿cómo miente? Nos presenta acciones perversas como si fuesen buenas; nos estimula a hacer obras malas; y, en tercer lugar, nos sugiere razones para justificar los pecados. Después de engañarnos, nos llena de inquietud y de tristeza. ¿No tienes experiencia de eso?

¿Nuestra actitud ante la tentación? Antes: vigilar, rezar y evitar las ocasiones. Durante: resistencia directa o indirecta. Después: si has vencido, dar gracias a Dios. Si no has vencido, pedir perdón y adquirir experiencia. ¿Cuál ha sido tu actitud hasta ahora?

La Virgen María aplastó la cabeza de la serpiente infernal. Que Ella nos dé fortaleza para superar las tentaciones de cada día.

Por otro lado, ¿te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que salió victorioso? Reconócete a ti mismo tentado en él, y reconócete también vencedor en él. Él hubiera podido evitar que el diablo se le acercara, pero si no hubiera sido tentado, ¿cómo te habría enseñado la manera de vencer en la tentación?

Es también momento de reflexionar en el objetivo primordial de la Cuaresma, que es preparar a los fieles para celebrar la Pascua, la fiesta cristiana por excelencia, con el corazón purificado para poder revivir ese misterio y hacer fecunda su fuerza salvadora.

La Cuaresma antigua se caracterizaba por una liturgia que reunía cada día o casi cada día a toda la comunidad cristiana, consciente de su solidaridad en la obra de la renovación espiritual que se quería realizar. Tenía, por tanto, un fuerte carácter comunitario. Estaba concebida como «el verdadero retiro anual de toda la familia cristiana». Este mismo espíritu pervive aún hoy en nuestra liturgia.

 

 

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