Señor Jesús, tú eres el primer misionero, enviado por el Padre para anunciar a los hombres la Buena Noticia de su amor y para darnos vida en abundancia, vida eterna. ¡Gloria a ti, que has venido a la tierra para salvarnos!
En tu infinita misericordia enviaste a tus discípulos para que continuaran tu misión sobre la tierra, diciéndoles: “Id al mundo entero y anunciad el evangelio a toda la creación”.
También a mí me pides que dé testimonio de las misericordias que has tenido conmigo, también a mí me invitas a ser “pescador de hombres”, a compartir con los demás tu gracia y tu ternura. A veces, como el joven rico del evangelio, te doy la espalda y olvido tu llamada, ¡perdóname, Señor!
Hoy vuelvo a tomar conciencia de mi vocación evangelizadora y te pido la gracia de no cansarme nunca de amarte y de anunciar a todos los hombres que tu misericordia no tiene fin. ¡Ayúdame tú para que mi entusiasmo no decaiga nunca!
Padre Eduardo Sanz de Miguel